CRÓNICA DE VIAJE A PATAGONIA E IGUAZÚ

 

CRÓNICA DE VIAJE A PATAGONIA E IGUAZÚ

por Jana Marco

 

Armadillo de la Patagonia.
Fotos : © Jana Marco

"Comenzamos el viaje con 12 horas de vuelo, que nos trasladarán desde España, hasta el otro lado del atlántico.

Nuestro primer destino, Chile.

 

“Una geografía loca”, así lo describió una chilena de la zona y no creo que se pudiera describir mejor. Con amplios desiertos en su zona norte, increíbles zonas verdes al sur, el océano pacífico al oeste y la increíble cordillera de los Andes al este, Chile es un mosaico de los más variados ecosistemas.

Nosotros, mi padre (Jose Luis Marco) y yo, pasaremos nuestra estancia en la capital, Santiago de Chile.

Si Chile tiene aproximadamente 17 millones de habitantes, 6 millones de estos viven concentrados en esta gran ciudad, a los pies de los Andes.

 

La misma tarde de nuestra llegada, el día 9 de noviembre y sin perder el tiempo, pude visitar los mejores lugares de la ciudad y comenzar a ver las primeras aves, gracias a un amigo de allí, que se ofreció a acompañarme a los más variopintos lugares. Parques, ríos, lagunas, montañas…en cada lugar, numerosas aves de distintas especies.

 

Ballena Franca.
Fotos : © Jana Marco

En una pequeña laguna, próxima a los barrios periféricos, nadaban varios ejemplares de cisne cuellinegro (Cygnus melanocoryphus), por las cañas se movían las tagüitas (Gallinula melanops) acompañadas por su prole, y unos palmos por encima, los triles (Agelaius thilius) se arreglaban el plumaje tras haber tomado un refrescante baño.

Las tórtolas (Zenaida auriculata), abundaban en cualquier lugar y las golondrinas chilenas (Tachycineta meyeni) bebían acrobáticamente entre el gran revuelo.

 

Como allí es primavera en esta época del año, los campos lucían llenos de color, las cotorritas argentinas (Myiopsitta monachus) construían sus nidos y algunos más veloces como los tijerales (Leptasthenura aegithaloides), iban y venían con nuevo alimento a sus nidos, al igual que los zorzales (Turdus falcklandii), que ya eran seguidos por sus volantones, entre mirlos (Molothrus bonariensis) y tordos (Curaeus curaeus).

 

Cataratas de Iguazú.
Fotos : © Jana Marco

El segundo día, (y el último en Chile), acompañada esta vez por una amiga, tuve la suerte de visitar una pequeña zona comercial de artesanía, con algunas piezas de increíble elaboración.

Por la tarde, decidida a continuar por mi cuenta, me di un paseo por una de las universidades del lugar, donde pude “bimbar” el águila mora (Geranoaetus melanoleucus) y el cernícalo americano (Falco sparvenius), que destacaban entre los numerosos tiuques (Milvago chimago), al igual que 2 codornices (Callipepla californica), que buscaban alimento entre las maderas de un campo abandonado a los pies de la cordillera. Aquí de nuevo una pareja de tencas (Mimus thenca) alimentaban a sus 3 hambrientos pollos, mientras 2 atareados chercanes (Troglodytes musculus) aun buscaban material para su propio nido.

 

Dejamos atrás Chile el día 11 y volamos directos a la Patagonia argentina. Si hay una palabra para describirla, esta es “Inmensidad” y así bien lo hizo Hugo, un amigo argentino con el que recorrimos absolutamente toda la península de Valdés, con sus más de 500 Km. de llanuras, llanuras y rectas carreteras sin fin.

Con los elefantes Marinos.
Fotos : © Jana Marco

La primera tarde, sin tiempo de ir muy lejos, dimos un paseo por la playa que estaba frente al hotel, en puerto Madryn, donde un gran grupo de patos cuchara (Anas platalea) y jergón grande (Anas georgica) se refugiaban del viento que se había levantado en el mar, al igual que varias gaviotas de Franklin (Larus pipixcan) y gaviotas cahuil (Larus maculipennis).

 

El 12 por la mañana, ya tuvimos un espectacular amanecer. Desde la misma ventana de la habitación podíamos observar 7 ballenas francas, que se dejaban ver en la bahía, esta vez calmada, soleada y sin viento, aunque esta visión no puede ser comparable a la observación posterior en puerto Pirámide, donde las pudimos fotografiar a distancias de 3-4 metros.

Comenzamos el recorrido y de primeras, las maras, las liebres y los guanacos se hacen ver los dueños del lugar.

Nuestra primera parada fue la playa del Doradillo, donde desde un pequeño mirador observamos: chincol (Zonotrichia capensis), calandria (Mimus patagonicus), Loica (Stunella loyca), Yal (Phrygilus fruticeti), Gaviotas dominicanas (Larus dominicanus), Pilpilén (Haematopus palliatus), Huala (Podiceps major), Pimpollo (Rollandia rolland) y cormorán imperial (Phalacrocorax atriceps).

 

Eleusino (Rhetus periander eleusinus).
Fotos : © Jana Marco

Segundo vino puerto Pirámide con sus charranes elegantes (Sterna elegans) y sus gaviotines sudamericanos (Sterna hirundinacea) desde la costa y sus albatros errantes juveniles (Diomedea exulans), sus petreles gigantes antárticos (Macronectes giganteus) y subantárticos (Macronectes halli), junto con las espectaculares imágenes de ballenas francas con sus ballenatos, mar a dentro. ¡Espectacular!

 

Continuamos ruta, y tras varias paradas llegamos a la caleta Valdés, donde encontramos criando un pequeño grupo de pingüinos de Magallanes (Spheniscus magellanicus), que comparten acantilado con una gran colonia de de todo tipo de cormoranes: Yeco (Phalacrocorax brasilianus), cormorán de las rocas (Phalacrocorax magellanicus), cormorán imperial (Phalacrocorax atriceps).

Por otro lado en punta norte, cambiamos pingüinos por una gran familia de de elefantes marinos, que tomaban el sol en la playa rocosa mientras alguna confiada paloma antártica (Chionis alba) se paseaba entre las pesadas moles.

Loica.
Fotos : © Jana Marco

Empieza a atardecer y comenzamos el camino de vuelta. Por sorpresa, una parada casual para fotografiar un guanaco pequeño, se convirtió en una euforia tras descubrir que entre las ovejas y los guanacos se alimentaba un joven ñandú (Pterocnemia pennata), que se dio a la carrera al vernos.

Acompañados siempre por inquietas martinetas (Eudromia elegans) que se cruzaban en el camino y algún que otro armadillo, realizamos una última parada en una pequeña y cutre laguna. Cual es la sorpresa, cuando al acercarme, no solo descubro: cisnes coscoroba (Coscoroba coscoroba), blanquillos (Podiceps occipitalis), taguas chicas (Fulica leucoptera), patos juarjuales (Lophonetta specularioides) y patos reales (Anas sibilatrix), sino 2 archibebes patigualdos chico (Tringa flavipes) y nada más y nada menos que 85 falaropos de Wilson (Phalaropus tricolor). ¡Nunca subestimes un lugar por ser poco llamativo!

 

Petrel Gigante del Antártico.
Fotos : © Jana Marco

Ya parecía que nada podía haber sido mejor, que ya era insuperable, pero entonces, al día siguiente Hugo nos mostró punta delgada…No creo que haya palabras para describir los que se siente al poder estar tumbada durante horas entre elefantes marinos, que descansan al sol, y mucho menos, para expresar que se siente cuando una de sus curiosas crías se acerca, te toca, te olisquea y cae dormida a escasos centímetros de ti…

No hay palabras, ni expresiones para eso…

Por último, nuestra última visita tiene lugar en punta Tombo, donde cría una gigantesca colonia de pingüinos de Magallanes (Spheniscus magellanicus).

El pequén (Athene cunicularia) se hizo de rogar, y no apareció hasta el último momento, cuando estando en el aeropuerto, 3 simpáticos ejemplares se alzaban erguidos observando el entorno.

 

Dejamos la Patagonia atrás, y como último destino, volamos a Iguazú, concretamente a las espectaculares y alucinantes cataratas. Su palabra? ….”exuberante” y sin lugar a dudas.

Si en la Patagonia no había ni un solo árbol, aquí no hay ni un solo hueco.

Con un clima subtropical y un calor veraniego, vuelvo a encontrarme con viejos conocidos vistos en Costa Rica como: los zopilotes cabecinegros y cabecirrojos, numerosos colibríes, coatíes, aningas, y con otros nuevos como armadillos, lagartos overos, zarigüeyas, caracoleros (Rostrhamus sociabilis), milanos plomizos (Ictinia plumbea), pirinchos (Guira guira), Tingazús (Piaya cayana), vencejos de cascada (Cypseloides senex), tucanes pico verde (Ramphastos dicolorus), tucanes grandes (Ramphastos toco), urracas (Cyanocorax chrysops), tersinas (Tersina viridis) y boyeros caciques (Cacicus haemorrhous).

Pingüinos de Magallanes.
Fotos : © Jana Marco

Como mención especial me gustaría destacar la observación magnifica, nocturna de una pájaro estaca ( Nyctibius griseus) cazando, al igual que varios curiangos (Nyctidromus albicollis) que como en España, se encontraban en los caminos.

Desde luego las cataratas de Iguazú son una maravilla de la naturaleza que puede ser disfrutada con todos los sentidos, desde escuchar el imponente rugir de los saltos, que se vuelven máximos en la garganta del diablo, admirar su paisaje y su belleza y sentir la revitalizante sensación de notar el agua caer sobre ti, como una ducha gigante.

 

Tras 10 días alucinantes, me despiden en el aeropuerto de Iguazú 4 garzas moras (Ardea cocoi) y 2 caracara (Polyborus planchus), como últimas observaciones de este espectacular viaje.."

   
 
Redactado: Noviembre 2010.
Autores : Jana Marco