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AVES DE ALICANTE
LAS AVES MORADORAS DE LOS CASTILLOS ALICANTINOS.

LAS AVES MORADORAS DE LOS CASTILLOS ALICANTINOS

Autores: Antonio Zaragozí Llenes
Elías Gomis Martín

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El diccionario nos dirá que castillo deriva del término latino castellum, que significa “fuerte”, el cual viene a la vez del vocablo, también latino, castra, que designaba al campamento militar fortificado, conocido también como castro.


Roquero Solitario en el Castillo de Santa Bárbara, con la ciudad y la bahía al fondo
Foto : © Paco Segarra .

El castillo es un lugar fortificado, cercado por murallas, baluartes y fosos y otros elementos, construido casi siempre en un lugar dominante y estratégico. En nuestro país, su implantación e importancia fue tal que incluso dio nombre a uno de sus reinos más antiguos, el de Castilla.

Ahora muchos de ellos han desaparecido y todos han sufrido modificaciones con el paso de los años. La provincia de Alicante ofrece un buen número de ellos así como otros tipos de fortificaciones menores como las torres vigías del litoral (ver al final del artículo). El grado de conservación es muy variable, algunos como el de Santa Bárbara, sobre el monte Benacantil, en pleno centro de Alicante, está en buen estado de conservación, incluyendo los diversos cambios a que le sometieron sus usuarios, los últimos, durante la Guerra Civil española (1936-1939).

Otros son poco más que pequeños tramos de muros e intuiciones de lo que fueron torres como el de Tibi, de origen musulmán y quizás erigido sobre un castro íbero.

Hablar de castillos en nuestra provincia es hablar de un pasado que nos recuerda tiempos de reconquista y estrategias: el que dominaba las alturas era el noble, el altanero, el poderoso.


Castillo de Santa Bárbara
Foto : © Elías Gomis.

Esto también perdura en la caza y las aves (que es lo que a nosotros más nos interesa) tanto rapaces como insectívoras, son buenas inquilinas de las grandes fortalezas de nuestra tierra. Desde un posadero algo elevado divisan todos los movimientos de sus presas bien sean mamíferos o insectos. Se lanzarán sobre ellas en el momento justo y preciso, recordando a los ejércitos que dominaron nuestras tierras y que atacaban en el momento que su enemigo estaba confiado.

A veces tan sólo utilizan estos posaderos como lugares de donde emitir sus cantos y defender su territorio de posibles competidores a la hora del cortejo o tan solo el dominio de caza.

El estratégico emplazamiento de los castillos, su relativo aislamiento y ambientes tranquilos se unen a que suelen estar edificados sobre cortados rocosos (muy apetecidos por muchas especies) e, incluso, sus mismos muros y torreones son objetivos de las aves para establecer sus nidos o sus puestos de caza.

Pasemos a enumerar las más habituales en estos monumentos, que todavía perduran en nuestra geografía:


Colirrojo Tizón refugiado en un interior
Foto : © Raúl González.

El Colirrojo Tizón (Phoenicurus ochruros) es un pajarillo de unos 14 cm muy inquieto de color parduzco en los jóvenes y negro pizarra en los machos adultos. Los movimientos espasmódicos en la cola le hacen característico de este peculiar aspecto a la hora de diferenciarlo alimentación a base de insectos y alguna baya. Utiliza las paredes y muros para moverse en busca de invertebrados que atrapa al vuelo o bien en el suelo.

Otra ave de pequeño porte pero de una vistosidad llamativa es la Collalba negra (Onenanthe leucura) Posee una fuerza tremenda teniendo el macho que acarrear piedrecitas para construir una base sólida donde posteriormente la hembra revisará y dará el visto bueno en su futuro nido. De color negro intenso el macho y la hembra más apagada con una tonalidad blanca en la zona anterior a la cola. Se ve muy a menudo por las ruinas de los monumentos, caza sin parar, sobre todo en época de cría.

Empezaremos por una de las mas representativas de nuestras pequeñas rapaces, como es el Cernícalo común (Falco tinnunculus). Ave de pequeña envergadura, parecida a un palomo pero de porte mas estilizado y vuelo ligero, elegante, que incluso puede mantener un vuelo parado en el aire, para poder detectar su presa y lanzarse sobre ella, de ahí cernícalo, ya que se cierne en pleno vuelo. Cazador de ratoncillos, lagartijas y, en menor medida, pequeños pajarillos. Tampoco desprecia los grandes insectos como saltamontes, mantis etc.


Collalba Negra refugiado en un interior
Foto : © Raúl González.

Su pariente cercano, el Cernícalo primilla (Falco naumanni) también usa los castillos pero, desgraciadamente, ya hace mucho tiempo que en Alicante no se encuentra ninguna pareja nidificando. Sólo las que están dentro del programa de recuperación de la especie en el Valle de los Alorines (Villena), dirigido excelentemente por Mercedes Alberdi, crían en la provincia de Alicante aunque, hasta ahora, sólo usan tejados de casas y nidales artificiales.

El Roquero solitario (Monticola solitarius), como su nombre indica es un ave amante de las zonas altas y especialmente ruinas y rocas. Color muy llamativo y atractivo con una tonalidad azul llamativa en el macho y menos intenso en la hembra, no se puede confundir con ningún otro pájaro. Mide unos 20 cm. Su canto es sonoro y muy aflautado de melodía muy agradable al oído humano, su dieta es muy variada pero especialmente captura insectos desde su atalaya.

Otra ave que es atraída por las alturas es el Vencejo común (Apus apus), criando en resquicios y grietas que forman las piedras. Allí sacan adelante a su prole. Cazador incansable y volador continuo, pues en contadas ocasiones se posa, a excepción de su ciclo reproductor y de cría. Ave de vuelo rápido y muy habilidoso y coloración totalmente oscura.


Avión Roquero
Foto : © Elías Gomis.

El Avión roquero (Ptyonoprogne rupestris) es otro amante de las alturas y no en pocas ocasiones se les ha visto criando en zonas de repisas de castillos y grandes murallas. Alimentación a base de insectos que captura el pleno vuelo, tan sólo se pone en contacto del suelo cuando tiene que recoger el barro para formar su nido en plena época de cría, labor que realizan ambos sexos. De envergadura algo mayor que una golondrina, pero plumaje más apagado de color marrón grisáceo, con unas manchitas blancas en la cola, le hacen inconfundible. En invierno es el único representante de su especie que se queda invernando con nosotros.

El Mochuelo europeo (Athene noctua) es una ave rapaz nocturna que en gran número de ocasiones elige la zona de estas fortaleza para situar su oteadero a la hora de lanzarse sobre la pequeña presa seleccionada. Cazador incansable que depreda indistintamente insectos como pequeños mamíferos e incluso pequeñas aves. De aspecto regordete, pero de patas más bien largas, presenta un plumaje ampliamente moteado y de costumbres nocturnas, aunque a veces se le ve durante el día. Es rápidamente atacado por un sinfín de pajarillos si le detectan de día fuera de su escondite.


Lechuza común
Foto : © Elías Gomis.

La Lechuza común (Tyto alba) es un ave que goza de mala prensa por personas supersticiosas y absurdas, pero de gran valor raticida y aliada primordial para el hombre. Siempre ha sido tachada de ave que es muy lúgubre por sus hábitos de vivir en cementerios y ruinas cercanas a castillos y casas abandonadas. Su propia torre de vigilancia la sitúa en un lugar que domine todo el paisaje y de allí se lanzará sobre los roedores que transiten en su territorio de caza. De color blanco o a veces color chocolate en la zona ventral, la espalda es de diversos tonos marrones. Su cara, en forma de corazón blanco, con dos ojos negros, le hace muy llamativa y diferente de las otras rapaces nocturnas. Amante de criar en los campanarios de las iglesias, donde duermen todo el día a pesar de las campanas. También suelen criar en el interior de los nichos de los cementerios

No se acaba aquí la lista, otras muchas especies frecuentan o habitan esos restos del pasado. La algarabía de los gorriones estará presente en los castillos alicantinos y en otros más alejados el crotorar de las cigüeñas llenaran el aire de sus inmediaciones. El Halcón Peregrino se lanzará en un vuelo como un rayo desde su posadero en un viejo torreón y alguna noche, el Búho Real asombrará al mundo nocturno con su llamada a la perpetuación de la especie.

Bueno, el lector se habrá ido dando cuenta que cuando mayor es la cautela y discreción de un ave mayor es su mala fama, sin embargo a las cigüeñas se las conoce y se las adora porque en vez de esconderse nos buscan al género humano. Quizá este sea el secreto de la adaptación acercarse al hombre y vivir conjuntamente.

Los castillos no son sólo un recuerdo del pasado, también en la actualidad prestan albergue y lugar para la nidificación de muchas especies de aves.

 

Autor: Antonio Zaragozí / Elías Gomis.

Abril de 2004.

Para más información sobre castillos en Alicante:

http://torresdelahuerta.iespana.es/torresdelahuerta/Recortes_Prensa/mas_recortes_cipres.htm

http://www.terra.es/personal2/ameliajose/CASTILLOS.htm

 

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* (incluyendo también el de la Isla de Nueva Tabarca)

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